Parece ser que Leonardo Da Vinci fue el primero que se le ocurrió la idea de hacer un trozo de tela para que los invitados pudieran limpiar sus manos y no hacerlo en los manteles, como hasta entonces se venía realizando. Leonardo se encontraba verdaderamente escandalizado de las actitudes de los invitados, y del propio Duque Ludovico Sforza, Gobernador de Milán, que en los banquetes utilizaban el mantel para limpiar sus manos y cuchillos, eso si no lo hacían antes en los faldones de los invitados cercanos o bien, sobre los lomos de un conejo vivo, ataviado de cintas, que el propio Duque mandaba atar a los pies de las sillas, para que los invitados lo utilizaran para tales menesteres. Leonardo, totalmente compungido dedico su mente a idear una solución para evitar esta barbarie y así fue como inventó la servilleta, un trozo de tela que colocaba enfrente de los platos de sus invitados. Al principio fue todo un desastre, porque los invitados no sabían que hacer con el trozo de tela, ocurría de todo, desde el que lo usaba para sonarse la nariz, limpiar los zapatos e incluso algunos para guardar los alimentos que sobraban en los banquetes y así llevárselos más cómodamente a su casa.
Aunque al principio la idea no cuajó, poco a poco se fue imponiendo y comenzaron a utilizar en los banquetes pequeños paños bordados y hacer todo un arte en la decoración y doblado de aquellos pequeños trozos de tela. Leonardo fue el inventor de la servilleta actual, aunque en la historia hay referencias que los egipcios y los griegos utilizaban la servilleta.
La servilleta, vocablo proveniente del francés serviette, tiene una finalidad muy concreta, ya sea que se la coloque en una mesa formal o informal, no es un elemento de decoración más.
Además de utilizarla en la mesa, también conviene acompañar una copa de vino o espumoso, un cocktail o cualquier otro tipo de bebidas hasta una taza de té o café o un simple vaso con agua con una servilleta adecuada en textura y tamaño.
Generalmente, las servilletas forman parte del juego de mantelería, es decir, son del mismo color y tejido que el mantel o los individuales que se colocan en cada ocasión. Siempre deben ser de telas absorbentes sin “perder pelusa”, ya que ésta quedará indudablemente adherida a las prendas de los comensales.
Si disponemos de manteles individuales sin servilletas que los acompañen, entonces, lo conveniente es elegirlas de color neutro que combinen con el arreglo general de la mesa, pero nunca suplantarlas por las de papel.
Es increíble saber cómo cosas de nuestra cotidianeidad como la servilleta o el cuchillo por ejemplo, fueron creadas por “las guarrerias que se hacían en torno a una mesa”…
Jesús Hernández Arteaga
Técnico Superior en Restauración
Profesor de Servicios de Restauración en el IES Jandía, Fuerteventura. Profesor Técnico de Formación Profesional, Consejería de Educación del Gobierno de Canarias.