Desnudando el vino

Permítanme presentar esta nueva sección que hemos bautizado con el nombre de “Desnudando el vino”. Con este ambicioso nombre pretendo intentar desvelar pequeños detalles de esa bebida que ha acompañado al hombre desde que existe la historia.

Desde la antigua Mesopotamia, dónde algunos historiadores sitúan el bíblico Edén, pasando por el Egipto faraónico y la antigua Roma, esta sana bebida ha acompañado y contribuido al desarrollo de la moderna Humanidad donde, al igual que ella, ha ido evolucionando en cuanto a elaboración y gustos. Refrescante y reconstituyente, tanto físico como anímico, el vino es una sustancia viva, entendiendo por ello que nace, crece, se desarrolla y muere.

Nace, en el vientre de una vasija, tonel o depósito de cualquier tipo mediante la metamorfosis de la fermentación, donde un puñado de frutos, arrancados de una planta, la vid, se transforman en la preciada ambrosía divina, como si de un parto se tratara.

Crece, pues desde el término de la fermentación, donde el mosto pasa a llamarse vino, va aumentando en cualidades sápidas hasta hacerse adulto.

Se desarrolla, en cuanto adquiere otras propiedades durante su crianza. Los taninos de las barricas se suman a los propios de la uva para aumentar el cuerpo, de ahí el desarrollo.

Muere. Como todo ser viviente, tras el paso de los años y haber dejado su huella en este mundo a los que de alguna manera tuvieron contacto con él, termina por morir, entendiendo por tal la pérdida de sus características propias.

Espero que estas “desnudeces” sean del agrado del lector. No pretenden ser clases magistrales ni técnicas, pues para eso ya tenemos a los especialistas (y Google), que seguro poseen mayor capacidad y saber que el que les escribe. Solo pretendo explicar, de forma fácil y amena, según mi buen saber y entender, las dudas o simplemente curiosidades que rodean a este apasionante mundo.

Espero poder lograrlo y, a la par, arrancarles alguna sonrisa.

Vinum in salutis.