Una ‘simulación de cóctel’ podría ser una buena traducción la palabra ‘mocktail’, o lo que es lo mismo, cualquier tipo de combinado sin alcohol.

Para quienes no quieren beber alcohol– existe desde hace tiempo la moda del ‘mocktail’.

El término ya de por sí es indicativo de qué estamos hablando: ‘Mock’, en inglés, significa burla o imitación. El ‘mocktail’, por lo tanto, es como una versión infantil de los auténticos y sofisticados cócteles. 

Mucha gente, cada vez más, se está decantando por esta opción. Por ejemplo, personas embarazadas, con alguna condición médica, cultural o religiosa pero también niños. La verdad es que la coctelería es una de las ramas más inclusivas del mundo de los sabores, así que permite adaptarse al gusto del cliente.

Hasta que llegó la moda de los ‘mocktails’, el único cóctel sin alcohol que estaba incluido en todas las cartas era el «San Francisco», una mezcla de zumos de naranja, limón, piña y granadina, con su guinda y rodaja de naranja.  Los ‘mocktail’ han llegado para evitar esa oferta tan simple si alguien desea evitar el alcohol.

Así han surgido los mojitos de sandía y menta –o de arándanos con albahaca–; la limonada de fresa y albahaca o el té helado de melocotón y menta, y algunas de sus recetas son sencillas y eficaces. 

Uno de los prejuicios típicos respecto a los cócteles sin alcohol es que, obligatoriamente, suponen beber una gran dosis de zumos dulzones. Esto se debe a ciertos prejuicios hacia la denominada «coctelería tiki». Este término se refiere a aquellas mezclas inspiradas en lugares como la Polinesia o Hawai y que se elaboran con ron pero, además, con zumos tropicales. Ahora, por ejemplo, se pueden preparar cócteles clásicos con destilados 0% que se están poniendo muy de moda y sorprende saber que, por ejemplo, el precio de una ginebra 0% es a menudo superior al de la ginebra clásica.

Tomarse un ‘mocktail’ –también conocidos como cócteles vírgenes– no tiene que suponer perder la experiencia de un combinado fuerte. Para personas que no han tomado alcohol nunca, disfrutar de un ‘mocktail’ presentado de forma perfecta con su espectacular ‘garnish’ –decoración– puede ser toda una experiencia.
Hay cierto hedonismo a la hora de disfrutar de una bebida de este tipo y esto es, inevitablemente, personal. La sofisticación no depende del destilado sino de la experiencia, la elaboración, la presentación y otros componentes.
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