Empezamos picando el pollo muy fino con el vaso de la batidora o un robot de cocina.
Picamos también la cebolla y el ajo, y desmigamos el pan.
Lo añadimos todo en un cuenco junto con el estragón y los pistachos enteros (sin cáscara). Salpimentamos y mezclamos bien.
El siguiente paso es batir ligeramente la nata (puede ser nata fresca o nata líquida, pero que tenga abundante materia grasa) y llevar la clara de huevo a punto de nieve.
Incorporamos ambos a la mezcla y removemos bien de nuevo.
Volvemos a ajustar de sal y pimienta y añadimos un toque de nuez moscada o de jengibre molido, que también le da un puntito especial.
Disponemos papel de aluminio en una bandeja, lo untamos con aceite de oliva, repartimos un poco de la mezcla de pollo que hemos preparado y lo enrollamos apretando para hacer una especie de salchichón.
Repetimos la operación hasta que nos quedemos sin mezcla (da para dos o tres) y horneamos a 180ºC durante una hora.
Después sacamos del horno y dejamos enfriar una hora a temperatura ambiente, y al menos dos más en la nevera antes de servir.