Para ello picamos bien los dientes de ajo y el perejil y los mezclamos con la mantequilla que habremos dejado durante una hora o dos a temperatura ambiente.
Con un tenedor lo tendremos listo en muy poco tiempo.
Después la metemos en un film de cocina formando un cilindro y la guardamos en la nevera.
En menos de una hora estará dura otra vez y tendremos un estupendo preparado para esta receta y para otras muchas.
Con un cuchillo afilado, hacemos un corte en las pechugas de pollo, sin llegar a abrirlas del todo.
En ese orificio, meteremos dos o tres rodajas de la mantequilla de ajo y perejil que hemos preparado, procurando cerrar la pechuga para que quede bien recompuesta.
Empanamos las pechugas de pollo pasándolas por harina, huevo batido y pan rallado.
Para esta receta, es preferible hacer un doble empanado, dando una segunda pasada por el huevo y el pan rallado para evitar que se nos salga la mantequilla al freírlas.
Freímos las pechugas de pollo a la Kiev en aceite muy caliente y cuando tengan un color dorado, las sacamos a un papel absorbente, dejándolas reposar unos minutos antes de cortarlas en porciones para que los sabores se asienten en el interior.