El gofio vence al muesli en Canarias

El estado de alarma ha compensado las ventas pese al cierre de colegios

La crisis por el coronavirus ha disparado en las islas las ventas de gofio. Esta harina hecha de millo, trigo, cebada u otros granos tostados es anterior a la Conquista de Canarias y fundamental en la dieta de los isleños y, aunque parecía que su consumo estaba siendo abandonado en áreas urbanas, la llegada de la alarma por el COVID-19 ha aumentado sus ventas.

El cierre de colegios, restaurantes y hoteles ha sido compensado por el incremento de la población local en guardar gofio por el decreto de alarma que confina a los ciudadanos en sus casas hasta casi, de momento, mediados de abril.

«Esto ha sido lo nunca visto, hemos tenido que trabajar a marchas forzadas y abrir hasta listas de reservas, nunca había visto nada similar. Al final, la conclusión es que, cuando se perciben problemas, la gente sabe qué es lo que tiene que comer, ir a cosas sanas y dejarse de productos procesados«, subraya Mario Molina del El Galdense, un molino grancanario que lleva abierto desde hace 150 años.

Gofio es una palabra guanche que tiene presencia en el diccionario de la RAE desde 1925 aunque la primera aparición en un diccionario fue en 1846, en el Nuevo diccionario de la lengua castellana de Vicente Salvá. En Canarias hay molinos de gofio que son empresas familiares que han pasado de generación en generación. En las islas este producto se encuentra en todas las cadenas de supermercados e hipermercados. En algunas tiendas se ubica en espacios diferenciados de cereales y se coloca en las zonas de harinas. Pero la gente sabe dónde encontrarlo y el aumento de ventas lo pone de relieve.

En Canarias el gofio se encuentra en todas las cadenas de supermercados e hipermercados

Olga Torres, del molino de gofio que hay en Santa Lucía de Tirajana, apunta a elEconomista que la empresa lleva abierta desde hace 71 años aunque ha sido en los últimos 38 cuando la gestión ha ido creciendo «al golpito«. «Hemos tenido un pico muy alto aunque hemos apuntado a los clientes que tenemos cereal y que no hay necesidad de acumular«, subraya Torres, que destaca el esfuerzo de su suegro por «hacer siempre todo bien, dando oportunidad a la empresa familiar a seguir adelante«.

En Granadilla de Abona, el molino de Semidán Moreno lleva abierto 99 años. «Se ha comprado más de lo normal, tanto aquí directamente como en los supermercados y tiendas más pequeñas. No nos ha sorprendido el aumento de ventas aunque todo se normalizará con el paso de las semanas«. Desde el negocio La Monlineta en La Laguna, Tenerife, José Luis García, que regenta un molino que lleva abierto 160 años lamenta el cierre de la hostelería y de los colegios aunque sí apunta un aumento de ventas en supermercados.

En Telde, Elena Sánchez es una de las gestoras del molino de esta ciudad grancanaria. «Ha aumentado la demanda, estamos muy contentos de que la gente vuelva a degustar nuestros productos y esta situación no es nueva para nosotros, que llevamos 117 años abiertos y sabemos que el gofio es primordial para los canarios«. Cristina Mendoza, que dirige el molino Imendi, destaca que ha tenido que reforzar la presencia del producto en lineales de supermercados. Su producto fue eelegido en 2019 mejor gofio de Canarias.

La cebada cultivada en las islas es la misma que la que trajeron sus primeros colonos hace 2.000 años

Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Linköping, en Suecia, en colaboración con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), ha descubierto que los granjeros canarios llevan cultivando el mismo tipo de cereal desde tiempos prehistóricos. Los resultados se han publicado en el Journal of Archaeological Science.

La cebada cultivada en las islas es la misma que la que trajeron sus primeros colonos hace 2.000 años. «Las semillas se encontraron en el interior de silos de almacenamiento que formaban parte de graneros fortificados. Estos graneros fueron excavados en la roca volcánica y están localizados en acantilados o riscos de difícil acceso, de manera que pudieran ser fácilmente protegidos. Los silos presentan unas condiciones perfectas para el almacenamiento ya que conservan la temperatura y humedad a un valor constante, lo cual es indispensable para la preservación de las semillas y su ADN«, explica a Jacob Morales, investigador Ramón y Cajal de la ULPGC.

J.L. Jiménez

https://www.eleconomista.es/canarias

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