Hoy en día necesitamos adaptarnos jurídicamente a las novedades que nos entran a diario en los despachos y adoptar soluciones acordes a los tiempos que nos ha tocado respirar, y para eso contamos con herramientas muy obsoletas en la mayoría de las veces. La sociedad nos exige que contribuyamos a dar soluciones, pero con las normas que disponemos, sumado a la lentitud de la administración de justicia, nos quedamos estériles.
Cambia la mentalidad y los entornos sociales, así los criterios que usábamos de forma tradicional para resolver problemas, controversias y conflictos, que se han ido transformado cuando llegaron las redes sociales, así que la solución se complica, y como yo suelo decir; las redes hacen muchos valientes que cuando entran en el campo de batalla el valor se les disuelve como azúcar en el café.
Así que están surgiendo infinidad de nuevos escenarios, que la ley no contempla y para dar solución hay que hilar muy fino y huir de aquello: “esto no esta en la ley” y ponernos a innovar jurídicamente buscando soluciones. Todo esto se hace desde un ejercicio eficaz de la abogacía en aras de la defensa jurídica de los justiciables – ud y yo- .
Por esto de las redes, florecieron profesiones emergentes, como los comunity manager y también la de los influencers, por eso no estaría mal recordar un caso sobre estos, os cuento:
Yo recuerdo un restaurante, -a cuya Jefe de Sala yo quería mucho-, y de cuyas paredes colgaban -a modo de trofeos-, infinidad de fotos con gente del panorama mundial, como lo eran famosos, políticos, cantantes, locutores, periodistas, médicos, toreros….eran los influencers de la época, a mi me encantaba. -Por cierto la mía nunca se colgó-. Supongo que no daba la talla. Pero de lo que estoy convencido es que todos y cada uno de esos influencers pagaban la copiosa cuenta. Nunca vi ni oi que alguno se fuese sin pagarla. El lugar tenía su aquel y su categoría, aunque ya no existe, una pena.
No era lugar donde se usara el;
óiga yo soy fulano de tal y escribo, edito o publico en tal o cual, ……o salgo en esta u otra tele……. o digo esto o lo otro en la Radio……. o soy el ministro este o aquel….o soy la concejal de…… eso no funcionaba en ese lugar, a todos se trataba por igual, -al menos con la factura-.
Pero he sido testigo de hechos donde esto ha ocurrido, se ha usado y les ha salido bien y creo que lo siguen usando.
oiga no sabe ud quien soy?
A quién no le ha pasado.
El propósito de estos comportamientos siempre ha sido conseguir deferencias extras, como el mejor lugar del restaurante, el peloteo del personal , y lo mas importante, no pagar ni un duro – hoy euros- .
El caso mas cercano lo vivimos la pasada fiesta de carnaval, en un conocido callejón de Santa Cruz de Tenerife, donde se combate mucho. Resulta que para nuestra mesa –dispouso el destino- por deferencia del propietario que apareciera una botella de Champan, pero momentos antes de llegar giró 180 grados, cuando vieron llegar al influencers desde lejos y por mandato del dueño –que lo detecto antes de llegar – lanzó una sutil mirada al sumiller, con levantamiento de ceja incluido, y le comunicó sin palabras:
ese champan para el que esta entrando.
Yo, -que me doy cuenta de casi todo- no le di importancia. Es algo habitual en sociedades de vasallos, lacayos y señores.
Por eso el tema de los influencers no es nada nuevo, al menos en el ámbito de la restauración.
Hace poco participe en un asunto de este, que dio lugar a las correspondientes diligencias judiciales ante el juzgado de Instrucción. Resulta que a requerimiento del propietario de un afamado restaurante nos trasladó:
Ya no puedo mas. Resulta que Fulano de tal me dice que si no le doy de comer a …..me pondrá a parir en……y hará que esto no funcione. Y es que viene todas las semanas, incluso manda ya a la familia. Y me tiene frito, es como un impuesto, me ha dicho que si no entro por el aro ya sabe lo que me pasará.
Si le invito, hablará bien de mi local y me mandará a gente, gente muy influyente, pues es amigo de gente muy importante.
No duda cabe que estaba siendo victima de acoso. Este y otros sujetos similares se ganan la vida así y hasta el momento nadie lo había puesto delante de un Juez. Así que este empresario debía disponer de pruebas para seguir adelante y gracias a los smathphones, cámaras, facturas y algún que otro testigo, este empresario de la restauración se libró de esta “chinche” después de alguna que otra comparecencia ante los Tribunales.
Este empresario estaba siendo objeto de un acoso, ya que de forma insistente y reiterada le estaban provocándo una alteración en el desarrollo de su actividad y que llego incluso a afectarle a su día a día, y esto ocurrió , no solo una vez, sino mas de cuatro y de cinco. Tuvimos que destapar la intención de esta “chinche” que no era otra que presionar a la victima en el desarrollo de su actividad para obtener el claro beneficio de no pagar la cuenta. Y el Tribunal Supremo había dejado escrito que para pararle las “patas” a estos delincuentes había que probar la persistencia y habitualidad de ese comportamiento.
Eso es todo por hoy.
Juan Antonio Inurria y Nieto
Abogado
Abogado. Socio Director Grupo Inurria «Artesanos del Derecho»