Cada año, más españoles apuestan por una alimentación ética y sostenible, pero a la vez sabrosa y saludable. El número de veggies o veganos no deja de crecer y hoy suponen casi un 8% de la población total, según el estudio The Green Revolution, elaborado por la consultora Lantern.
Es por ello que quizás una de las mejores maneras de terminar los excesos navideños sea la propuesta que desde ProVeg, una organización internacional por la conciencia alimentaria presente en cinco países – España, Reino Unido, Países Bajos, Alemania y Polonia – nos hacen de poner un Roscón de Reyes vegano a nuestras mesas.
Una receta, de idéntica elaboración a la tradicional pero que sin incorporar lácteos ni huevos, nos sorprenderá con un roscón sabrosísimo y con muchísimo aroma, y una miga espectacular por su ternura y esponjosidad, prueba de que los bizcochos sin huevo quedan igual de bien o mejor incluso que los que sí lo llevan.
INGREDIENTES
- 130 gramos de leche vegetal (de soja, avena …).
- 20 gramos de levadura fresca (se compra en panaderías).
- La ralladura de medio limón y de media naranja.
- 40 gramos de aceite de girasol o margarina.
- 250 gramos de harina de fuerza media.
- 60 gramos de azúcar.
- Una pizca de sal.
- Unas gotas de esencia de azahar.
- Fruta escarchada para decorar.
- Almendra troceada para decorar.
- Azúcar perla (azúcar de decoración).
PREPARACIÓN
Mezclar los ingredientes líquidos: la leche a temperatura ambiente, la margarina o aceite, la levadura fresca previamente desmigada, las ralladuras, el azúcar y el aceite de azahar (sirve también el agua de azahar). Remover hasta que la levadura se haya diluido bien.
Luego añadimos la harina y amasar hasta obtener una bola que se pueda manejar (lo es normal que se te pegue masa en los dedos). Para amasar yo uso la panificadora en el programa amasado y fermentar. El proceso dura 1:50 minutos. Si no tienes panificadora, luego de amasar durante unos 20 minutos poner la bola en un cuenco tapada con un trapo húmedo y dejar reposar durante una hora aproximadamente. En invierno puede que necesite más tiempo de reposo, la masa debe alcanzar el doble de su volumen.
En una bandeja de horno ponemos papel vegetal. En caso de no disponer de papel vegetal, podemos pintar la superficie con aceite de girasol o margarina, y espolvorear un poco de harina para que el roscón no se pegue.
Tras el primer reposo y fermentación, procederemos a dar forma de rosca a la masa. En una superficie limpia y enharinada, amasamos nuevamente durante un minuto y la dejamos reposar un par de minutos más, tapada con un trapo húmedo, con el fin de que la masa pierda tensión y podamos manipularla más fácilmente.
Retomamos la masa y apretamos con los dedos para expulsar el aire. Hacemos con los dedos un agujero en el centro y con cuidado la levantamos para que la gravedad nos ayude a dar forma al roscón. Hay que darle vueltas con suavidad pero con cierta rapidez para que el roscón quede homogéneo.
A continuación la ponemos sobre el papel vegetal y terminamos de asegurar bien el hueco de en medio. Tiene que ser suficientemente grande porque en la segunda fermentación el agujero se hará pequeño y en el horneado todavía más.
Cubrimos el roscón dentro de una bolsa de basura limpia y lo guardamos en el horno apagado una hora más para que se produzca la segunda fermentación, donde también doblará su volumen.
Transcurrida la hora, lo sacamos del horno, lo encendemos a 200 grados, y mientras se precalienta, pintamos el roscón con la leche vegetal que nos venga bien.
Para decorarlo podemos espolvorearlo con azúcar perla (también sirve el azúcar normal pero no quedará tan vistoso) y almendras laminadas o troceadas, y por supuesto fruta escarchada al gusto.
Una vez el horno ya esté caliente a 200 grados, la horneamos cinco minutos y luego diez minutos más a 175 grados. Como cada horno es un mundo, mejor pinchar la masa con un palillo hasta que veamos que salga limpio. Esto nos asegurará que el roscón está hecho también por dentro.
Dejar enfriar y servir.