Una gran distancia en tiempo y conceptos separa el ritual azteca de la bebida “de los dioses” del chocolate sólido, moderno, que nos es tan familiar.

Hoy es bien sencillo gozar de este placer cotidiano … Posiblemente ignoremos las vicisitudes históricas que rodearon a la feliz integración de este tesoro de los trópicos en la gastronomía europea y en sus costumbres, así como los valores que lo distinguen y su largo proceso, desde la exposición del producto terminado, retrocediendo paso a paso hasta los terrenos de las plantaciones. Merece la pena conocer la apasionante aventura del chocolate y darle el protagonismo que se merece.

Un tesoro, casi sensual, infinitamente dúctil, el chocolate no es más que la transformación última de la semilla de cacao madurada bajo un sol lejano.

La naturaleza y la obra del hombre lo convierten en esa pequeña delicia del paladar que tanto apreciamos …

El chocolate es un alimento que produce sensación de bienestar en el organismo, el chocolate es la fuente de la felicidad. El chocolate estimula la producción de hormonas de manera similar a cuando nos reímos.

Pero siempre enfocamos el chocolate a comerlo, pero me surge una pregunta, ¿hay algo más placentero que tomar una buena taza de chocolate cuando hace frío?, la respuesta que me viene es que no y además acompañado de unos buenos churros …

Sin más el chocolate es un producto que “da mucho juego” en muchos sentidos de la vida …

Jesús Hernández Arteaga

Jesús Hernández Arteaga

Técnico Superior en Restauración

Profesor de Servicios de Restauración en el IES Jandía, Fuerteventura. Profesor  Técnico de Formación Profesional, Consejería de Educación del Gobierno de Canarias.

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