Al decir esta palabra, no sé por qué, la mayoría de la gente piensa en una terraza pero de verano.
Parece que fiesta es lo primero y trabajar, si se tercia, nunca mejor dicho, de modo secundario. Siguiendo por esta línea, más de uno esperando el verano para disfrutar de la misma.
El precio de las copas, si hay gente o no, eso es secundario, nuevamente. Lo que pasa es que se hicieron famosas a lo largo del año, y por lo tanto, lo más normal es que apareciera una normativa dado el número de las mismas. Como todo, tiene sus ventajas y sus desventajas, estar al aire libre con la posibilidad de fumar y disfrutar de una vista propia de la madre naturaleza, sin duda, no tiene precio.
A día de hoy la legislación de las grandes ciudades contemplan una serie de contratiempos, nada acordes con el lugar y aún más, con las condiciones metereológicas del lugar, lluvia y viento. Podemos ver como un simple bar, tiene problemas a la hora de colocar un cortavientos acristalados, bien diseñados, con la finalidad de que su distinguida clientela se sienta a gusto. Dicho de otra forma, lo más acogedor posible y más conociendo a muchos, que prefieren estar en un sitio fijo a gusto que iniciar un recorrido con el riesgo que ello conlleva. Un diseño correcto, de quitar y poner, por ejemplo con ruedas, no deber se ser rechazado.
Vemos como algunos negocios ante la negativa de la legislación vigente, no dudan en ofrecer a sus clientes una serie de mantas individuales además de estufas colocadas en sitios estratégicos con una sola finalidad, agradar a sus clientes una vez más. En muchas ocasiones, puede que sustituir sombrillas por toldos, sea una comodidad y más después de ver a empleados cargando las pesadas bases a diario, teniendo que darse de baja en el gimnasio, ya que el ejercicio de levantamiento de pesas lo hacen por obligación a diario en su puesto de trabajo. Las sillas, quizás deberían ser de forja, material más resistente a los actuales, nada preparados para lo llamado por muchos, el trote diario. Se rompen con facilidad y por qué no decirlo, sale más barato comprar nuevo que reparar lo viejo. La comodidad es muy importante y por esa razón, muchos no han dudado en complementar con unos cojines que ayudan.
En fin, mejor bajar impuestos a las terrazas, simplemente por lo que ofrecen.

Bernardo Lozano Acuña
Escritor
Escritor, Conferenciante y Columnista de La Opinión de Tenerife