Muchas veces hemos hecho el comentario de que no hay gente para tanta tasca pero deberíamos tener en cuenta la cantidad de aprendices, no profesionales que se introducen en un campo que desconocen.
El tiempo, como siempre, da y quita razones y quizás esta sea la razón de que con la misma facilidad que los abren, los cierran.
Los inversores tienen lo más importante, que sin duda es el dinero, pero una vez montado, la siguiente pregunta será de qué especialidad o dicho de otra forma, qué vamos a ofrecer o lo más importante, por qué plato nos vamos a identificar.
Habrá que cocinar y lo mejor es llamar a un cocinero experto, de lo contrario, los días los tienes contados. El personal es importantísimo que sea preparado para desempeñar su labor correctamente, el trato con el cliente, conocimiento de lo que oferta, saber estar, ya que es la imagen en ese momento del local. De lo contrario se dará una situación nada buena, muchos camareros en un espacio corto de tiempo. Malo para el local que no logra familiarizar al personal con los clientes y sus gustos, así como el camarero saltando de local en local como de oca en oca, algo tendrá. En un principio se dice que para camarero vale cualquiera pero como que no, ya que a la larga se sufren las consecuencias, así que mejor, seleccionar.
La nueva hostelería requiere una organización moderna donde cada uno cumple su función, concretamente lo que le han asignado. Para empezar un plan de gestión, que sepa lo que es un escandallo, los costes y todo lo que conlleva para llegar al punto deseado, el precio adecuado del plato. De lo contrario, no se logra un equilibrio entre calidad y precio junto con una elaboración y presentación acorde con el local.
La imagen vende, la comunicación también pero todo hay que saber transmitirlo para obtener el objetivo. Las redes sociales, a día de hoy, mueven montañas, aunque para gustos, colores, ya que son muy particulares, y el papel aguanta lo que le pongan. El marketing es lo más de lo más. Si no se sabe manejar estos cables, el problema se acentúa. Por esta razón un aficionado no podrá ni parecerse a un profesional, ni copiando.
En fin, lo mejor, trazar una línea segura para todos de sota, caballo y rey. Restauradores aprendices sí, pero en manos de profesionales. ¡Zapatero a tus zapatos!
Bernardo Lozano Acuña
Escritor
Escritor, Conferenciante y Columnista de La Opinión de Tenerife