Esto último, como dice la juventud, viene del diez para empujar y como no, hacer los tradicionales barquitos.
Hay muchos comensales que demandan salsita para su alegría. Bares hay montones pero especialidades también. Cuanto más pequeño sean, más acogedores para entrar y degustar las especialidades. Otra no habrá, pero latas y frascos de exquisiteces para abrirlos al momento y rendirle honores, tenemos donde elegir.
Las latas pueden ser redondas, cuadradas o rectangulares, con más o menos fondo, más grandes o más pequeñas y se debe de tener cuidado al abrirlas, ya que más de uno inmerso en su precipitación e impaciencia, se ha llevado un par de dedos por delante, ¡pupa! Muchos son los que se quedan impresionados de la capacidad de la lata y lo manifiestan en público, dando a entender una buena cantidad, calidad y precio, sin olvidar que el empresario tiene que ganar gracias al margen comercial.
Si pides la carta hay todo un repertorio de bocatas que a más de uno le hace recordar sus tiempos de estudiante con la famosa combinación de cebolla roja picadita, sardinas, un poquito del aceite de la lata y junto con el pan, está de muerte. También se recuerda el período del servicio militar, que gracias a la navaja multiusos, se daba uno un homenaje. Como relleno encontramos a las anchoas, caballas, mejillones, membrillo, queso, tomate, huevo, arenques, boquerones y muchas cosas más.
Cuando te comes un bocadillo de estos, es necesario tener cerca un servilletero que te salvará en más de una ocasión del famoso chorreo. Así todo, siempre estará algún voluntario por los alrededores que te diga: ¡Límpiate aquí! Y uno se limpia pero fastidia.
Las papas con mojo son receta internacional y simplemente cortándolas a la mitad y colocándolas contra el mojo, vuelven loco a más de uno. Los berberechos los escurres y les pones un preparadito de la casa y sobran los piropos. No olvidemos que tanto en el pasado como en la actualidad acudimos a las tradicionales ventas, donde nos miman, además de confeccionar un bocata económico y al gusto.
Si con todo esto encontramos un servicio esmerado e higiénico con la elaboración del bocata, repites, fijo. Un buen cuchillo, de los que cortan, permite una presentación que invita al bocado.
Todo lo anterior regado con unos vinos o cerveza de un euro, hará que el cliente pague con gusto y exclame: ¡Me supo! o ¡comimos como auténticos reyes!
Bernardo Lozano Acuña
Escritor
Escritor, Conferenciante y Columnista de La Opinión de Tenerife