Nos hinchamos de alabar a nuestra papa (por supuesto) y el caso es que a mí me da siempre por no olvidarme de la batata (boniato en La Palma) porque, entre otras cosas, me gusta sobremanera. Y eso que ni siquiera son parientes: la papa es una solanácea -como el tabaco, el tomate o el pimiento- y la batata, en cambio, es una convolvulácea.
Cabe reseñar que nuestra protagonista de hoy fue uno de los primeros productos americanos llegados a Europa. Llegó en 1493, traída por Colón en el regreso de su primer viaje después de encontrar este prodigio alimentario en Haití; en Canarias se aclimató estupendamente. Abundan las referencias en el Siglo de Oro pero se diluyó como alimento propio de tiempos de escasez.
Como anécdota cabe decir que cuando en el siglo XVI se hablaba de “patata”, se entendía que en realidad se mencionaba a la batata. En el siglo XVIII, el Diccionario de la Real Academia Española refería: “patata: lo mismo que batata».
Papa, patata o batata, … a esta última yo homenajeo en estos párrafos, más aún cuando la visualizo (de Anaga o Lanzarote, tanto da) en un puchero reventón o con buen pescado de nuestras aguas.
Francisco Belín
Periodista
Periodista y escritor, coordinador de Gastronomía durante casi tres décadas del Grupo El Día. Actualmente lleva diversos cometidos de comunicación gastronómica específicos tanto en Canarias como en tierras peninsulares. Es también miembro de la Real Academia de Gastronomía emplazada en Tenerife.