Quizás el reconocido Gin-Tónic, que se traduce como ginebra con tónica puede ser el ejemplo perfecto para esta comparación aunque parezca odiosa como dice el dicho.
Antiguamente, en la época de los famosos combinados, estaba incluida en el grupo de los aperitivos, era un simple refresquito. Con el paso del tiempo se ha transformado para muchos en un digestivo, consiguiendo que se active la famosa cultura de la ginebra, pudiendo encontrar gran variedad. Esta bebida como sabe es sola y desde luego es así como no se puede engañar a nadie, de lo contrario, te la pueden colar y bien. Hay quien la pide con limón y le pone el nombre de Gin-lemon, dulzón a tope.
Si una persona opta por un digestivo, se toma un buen coñac como un “Duque de Alba” o por ejemplo un brandy “Reni-Marti o Lepanto”, que sin duda harán las delicias de más de uno en la sobremesa. Un “Carlos I” en copa caliente junto con un buen puro es todo un placer para un amante de estas bebidas.
En cambio, si a la ginebra le añades frutas, sabe al añadido dejando a un lado a la bebida inicial. Como dicen los matemáticos: “Gin más frutas es igual a frutas”, elemental querido Watson. Con razón se puede afirmar que con las mismas, la ginebra dice adiós.
Seguimos con la parafernalia de servir la tónica lentamente sobre varilla trenzada, el limón pasarlo por el borde de la copa y revolver al final. Después está el que lo prefiere con unas rodajas de pepino, que dicen que es muy bueno para el cutis, toda una mascarilla facial. La Reina Madre inglesa lo tenía muy claro, por esa razón recomendaba la famosa ginebra Beefeater, que por cierto encontramos la conocida como normal con una calidad precio envidiable y la especial, que como todo lo bueno, hay que pagarla.
Esta bebida incolora si la introduces en una botella azul o rosa, parecen de ese color, nada más lejos de la realidad. Con todo lo anterior, es una razón de peso para considerar a la ginebra aperitivo y no como digestivo en esa copa grande, llena de hielo, que te da las papeletas para un corte de digestión.
En fin que con todo este cuento en su conjunto, el estampido a la hora de pagar puede ser de los que hacen época. Aviso a navegantes
Bernardo Lozano Acuña
Escritor
Escritor, Conferenciante y Columnista de La Opinión de Tenerife