Otra cosa no habrá hoy, pero amantes y aficionados a la cocina, han salido de debajo de las piedras.
La tele tiene mucha culpa, lo difícil lo hacen fácil y por qué no, intentar realizar un plato en condiciones. Variedad, toda la que queramos pero donde se pongan unas papas con chorizo y una barra de pan para empujar y de paso hacer barquitos, mejor que mejor. Conectamos la caja tonta y llueven los programas de cocina. El que no ejecuta el plato en directo, lo vemos en un mercado comprando el mejor género para su receta del día.
Hemos visto programas dedicados a los niños, cuánta ternura, mejor verlos con un pañuelo en las manos, ya que tarde o temprano lo vas a utilizar. Si no es cuando te quedas impresionado al ver lo que son capaces de hacer es cuando los eliminan y no sabes cómo consolarlos. Pasamos a los adultos, sufres pero de otra forma, al ver las tareas que les encargan pero con el paso del tiempo, apostarás por uno determinado durante el concurso.
Si reflexionamos llegamos a hacernos una pregunta: ¿Para cuándo el Master-Chef del pensionista? Al fin y al cabo, las mejores recetas y a las que recurre uno, cada vez que pasa apuros, son las de la abuela. Sin duda, las más gustosas, hechas con mucho cariño y sin prisas. Se caracterizan por estar recogidas todas en un libro o libreta, a ser posible de los antiguos y con tapa dura para que soporten el paso del tiempo. Destaca el tipo de letra, unas de tipo picuda y otras redonda, por aquello de haber practicado la redondilla en el colegio.
Hoy los cocineros, destacan muchos de ellos más por sus atuendos con colores chillones y adornos que por su cocina. Todos mejor que el negro, sin duda el que más suciedad soporta.
En lo referido a las cocinas podemos encontrar tres tipos: La de los típicos quemadores, que tanto cuesta limpiar, las llamadas Vitro- cerámicas, que no soportan toda clase de calderitos y sartenes, dejando para el final a las más modernas y recientes, las de inducción. Por ejemplo, cocinando una receta, vemos como antiguamente las croquetas de carne o pescado, veíamos el contenido claramente junto con el doble empaquetado.
Hoy, todo se resume a una pasta donde impera el sabor. Con razón se ha impuesto el famoso “Croquetón”, que “entulla”, comes bien y barato.

Bernardo Lozano Acuña
Escritor
Escritor, Conferenciante y Columnista de La Opinión de Tenerife