Aquel que decide encaminar su inquietud acerca del vino canalizándola a través de la experiencia del placer hedonista de la cata sabe, desde los primeros pasos del aprendizaje, que la variedad de uva utilizada por el elaborador, junto a otros rasgos que confiere la bodega, va a configurar una personalidad definitoria. Así, desde hace años Viñátigo-Marmajuelo ha constituido un tándem que no ha pasado desapercibido en los mercados internacionales y canario.
La vendimia está estos días a plena marcha y de la campaña se vislumbran unas 15.000 botellas de esta excelente referencia vitícola de la DOP Islas Canarias de Tenerife. La actividad es plena y meticulosa en la parcela del acantilado del Mazapé, en San Juan de la Rambla, así como en la Isla Baja (Garachico y Buenavista).
La vendimia dibuja inmejorables augurios de una variedad única y, tras el pertinente proceso, un vino que no va a fallar a los que quieren degustar una marmajuelo (también denominada bermejuela) realmente espléndida.
Lo suyo sería visualizar las estampas y horizontes (acudir a vinatigo.com, pestaña Viticultura/Nuestras parcelas) donde se establece la vid de una tipología de fruta de la que Viñátigo obtiene una referencia de intensidad inusitada y que se reivindica en boca con potencia, persistencia post gusto largo y expresivo.
En cuanto a la parcela del Mazapé, a 160 metros sobre el nivel del mar y 4,7 hectáreas de extensión, visitamos el primer enclave de esas dimensiones que sirvió para albergar variedades minoritarias rescatadas. La exposición solar se alarga todo el día y a la referida altitud se suman las condiciones climáticas que son muy suaves, ideales para la marmajuelo.
Aunque parezca de perogrullo, no se caerá en la tozudez al insistir que la alta calidad del vino se fragua en el campo, en la viña. El cuidado es milimétrico para esos racimos compactos que atesoran ambas ubicaciones, de tamaño medio y cilíndrico-alado, con hoja cuneiforme, corta y color amarillo-verde.
“Creo que hablar sobre la marmajuelo, su recuperación y el néctar que proporciona esta fruta es un tema interesantísimo y, además, porque todo esto no surgió porque sí”, afirma Juan Jesús Méndez Siverio, alma máter de Viñátigo, con bodega matriz en La Guancha. “La variedad la encontramos allá por al año 91 –recuerda-, de la mano de Cayo Armas en su Finca de El Hierro (en El Golfo, concretamente), donde conservaba algunas cepas”.
El bodeguero pone de relieve que “a partir de ahí no hemos parado de evolucionar en la interpretación de su comportamiento, en su cultivo y en los conceptos de elaboración, adaptándonos a las nuevas tendencias de mercado, como por ejemplo a la vinificación sin la aplicación de clarificantes alergógenos y la minimización de los sulfitos”.
La búsqueda incesante
Aquellos esquejes de marmajuelo que se colocaron en la Finca Cabo Verde –donde se inició el proyecto Viñátigo, en la bodega matriz- sirvieron para acometer muy diversos ensayos y trabajos de rigor científico acerca de una uva “que personalmente definiría como todo un festival lúdico de aromas y portadora de unas características organolépticas que sugieren exotismo”, comenta Juan Jesús Méndez.
“Está mayoritariamente aceptada la idea –a modo de curiosidad– de que al principio todas las variedades de uva eran tintas y que, como consecuencia de la evolución, se han ido perdiendo los genes responsables de la pigmentación. Dando por buena esta teoría, podríamos afirmar que la marmajuelo es una variedad aún en este proceso, por lo que resulta muy tánica en boca al masticarla y luego en el vino se revela con un color amarillo más intenso de lo habitual en otras variedades”.
El enólogo aprovecha para hacer hincapié en que de las investigaciones efectuadas de identificación genética molecular en la Universidad Rovira y Virgili de Tarragona se dio por sentado que, por su ADN, la marmajuelo de Canarias no existe en ningún otro lugar del mundo.
Esta credencial irrefutable junto a la filosofía de la bodega de trabajar con “mimbres” naturales, autóctonos y desechando (desinfectantes agresivos) prácticas también agresivas, aportan un valor espectacular a las producciones que dan una media anual de 15.000 botellas en series perfectamente numeradas.
Los jalones de un largo recorrido
Méndez alude también al primer estudio importante sobre la marmajuelo que se remonta al año 2000 y en el que se implicaron las universidades de La Laguna y Zaragoza a través de un proyecto europeo FEDER. Esta iniciativa condujo a la identificación de los descriptores aromáticos de la variedad.
Durante la cata de un vino, precisamente la percepción olfativa (atención analizadora) se organiza basada en un principio de diferenciación de aromas registrados y acudimos en esa memoria selectiva a nuestras series de fuentes comparativas: olores de frutas, de flores, de maderas, de especias,… La marmajuelo presenta una intensidad aromática alta y referentes exóticos que recuerdan a la fruta de la pasión, así como la finura de la hoja de higuera.
“Nuestro camino está basado en dos aspectos clave: calidad y diferenciación, donde juega un papel crucial el potencial que ofrece nuestra increíble riqueza varietal. Podemos obtener productos muy diferentes que se pueden hacer un hueco en un mercado cada vez más globalizado y competitivo”, apostilla Méndez Siverio.
En el caso de la marmajuelo, con acidez alta en la maduración, propicia vinos muy nobles en esta faceta. Cabe resaltar que Viñátigo, aprovechando la experiencia en la recuperación de las variedades gallegas de la Estación Enológica de Galicia, promovió un interesantísimo proyecto, financiado por el INIA, en el que se profundizó sobre el conocimiento del cultivo de diversas variedades canarias, fertilidad,… entre las que se encontraba la marmajuelo.
En 2004, desde la bodega de La Guancha partió una tesis doctoral presentada por Elena Batista en la Universidad de La Laguna sobre la optimización de los procesos de vinificación de la marmajuelo y la gual.
En definitiva, el constante empeño de renovación y apuesta de Viñátigo por vinos nuevos a partir de una materia prima que estaba ahí, que se ha rescatado y para la que han destinado importantes inversiones tecnológicas, trabajo e ilusión.
Francisco Belín
Periodista
Periodista y escritor, coordinador de Gastronomía durante casi tres décadas del Grupo El Día. Actualmente lleva diversos cometidos de comunicación gastronómica específicos tanto en Canarias como en tierras peninsulares. Es también miembro de la Real Academia de Gastronomía emplazada en Tenerife.