El local, que se encontraba tradicionalmente ubicado en el número 7 de la calle Pérez Galdós, pasará a recibir a sus clientes en el número 24 de esta misma vía chicharrera.
El deterioro del antiguo local de La Garriga, así como que se encontraban en régimen de alquiler en el mismo, junto a que se había quedado pequeño y una cada vez mayor afluencia de clientes fueron los principales motivos que impulsaron el cambio aunque aprovecharon también esa circunstancia para renovarse y ofrecer un lugar más cómodo para sus clientes y trabajadores, destacando que en el nuevo establecimiento se encontrará una oferta un poco más amplia pero con un mensaje claro: el producto y la atención seguirá siendo igual, vendiendo una mayor variedad de embutidos, comida preparada y congelados en esta nueva etapa que comienza.
Este espacio renovado permitirá al cliente estar más cómodo ya que contará con una amplia barra, mesas e, incluso, una terraza. Mientras tanto, recordó el encargado, los usuarios podrán seguir disfrutando de los emblemáticos bocadillos en el mismo lugar de siempre.
El nuevo local de más de 180 metros cuadrados contará con sus ya conocidas especialidades de la casa, destacando por encima de todas su bocadillo estrella, el de tortilla con chacina, ya que el 99% de los bocadillos que se hacen al día son de tortilla con chacina, haciéndose una media de 300 bocadillos diarios, llegando a los 3000 en fechas señaladas como el 5 de enero.
La Garriga
La Garriga se ha convertido en una auténtica fábrica de tortillas desde que se fundó en 1953. Todo comenzó en Barcelona, cuando una pareja de catalanes decidió abrir las puertas de este negocio en el pueblo La Garriga, en la comarca del Vallés Oriental. Tras el éxito de este primer establecimiento, los dueños decidieron seguir expandiéndose y montaron el comercio en Santa Cruz, y más tarde lo hicieron en Gran Canaria, Zaragoza y Madrid.
Lorenzo Cabello lleva regentando el establecimiento, junto a otros dos socios, desde hace más de 40 años. Cerca de una decena de personas trabajan a destajo en este local desde hace años para realizar los casi 600 bocadillos que se sirven a diario y cocinar casi 300 tortillas. Los empleados son todos veteranos de la restauración. Los cocineros del comercio reconocen que el secreto a la hora de realizar la tortilla radica en los embutidos de buena calidad y, por supuesto, en el mimo y esmero que hay que ponerle.
Además de preparar bocadillos, La Garriga también es una charcutería y hasta hace pocos años era la bodega de Santa Cruz. Debido quizá a la variedad de productos que se pueden adquirir en este local, la crisis no les ha afectado. Los precios son bastante asequibles y a un más que módico precio el bocadillo de tortilla está garantizado; aunque, si el hambre aprieta, el menú con el que el emparedado viene acompañado de un refresco sale por menos de 3,50 Euros.