El sector de la alimentación es uno de los más activos a la hora de decantarse por “youtubers” para protagonizar algunas de sus campañas de publicidad, una estrategia enfocada en atraer al público más joven.

Suelen ser veinteañeros, cuentan con decenas de miles de seguidores, sus vídeos pueden llegar a tener más audiencia que un programa de televisión en “prime time” y se caracterizan por su actitud irreverente y espontánea para conectar con su público.

Éste es el perfil  de los ídolos de “Youtube” en España, personas con alias como ElRubius, Vegetta777, Wilyrex, Wismichu, AuronPlay, CheetoSenior, Tiparraco, Holly Molly, MangelRogel o JPelirrojo, sólo por citar a algunos de los más conocidos.

 

La lista de marcas del sector alimentario y de la restauración que han hecho uso de sus “servicios” es notablemente amplia: desde la cadena de pizzerías Domino’s hasta la firma de salchichas y embutidos Óscar Mayer, pasando por Kit Kat y Maxibon, ambas pertenecientes al grupo Nestlé, o, incluso, Fanta.

La firma de refrescos mantiene actualmente una campaña de publicidad encabezada por ElRubius en la que también participan otros “youtubers”, y que incluye anuncios de televisión con su imagen como gancho, reflejo de una popularidad más que notable, sobre todo entre los menores de edad.

Esta tendencia no es exclusiva de España, y enseñas como Oreo o Coca-Cola también han apostado por este tipo de perfiles para sus actividades de promoción en países como Reino Unido o Ecuador.

El caso de la cerveza

En un principio eran las marcas de videojuegos las que optaban por los ‘youtubers’, y de ahí saltó a las marcas de gran consumo. Un ejemplo es la cerveza.

Enseñas como Desperados, Mahou o Cruzial de Cruzcampo ya han trabajado con “influencers”, una categoría más amplia donde caben desde “youtubers” hasta blogueros, “instagramers” o tuiteros, a los que une su capacidad para influir entre su legión de seguidores.

Ventajas e inconvenientes

¿Por qué apuestan las empresas de alimentación por este tipo de perfiles? Por un lado, porque tienen la capacidad para llegar a un público concreto, segmentado. Y por otro, porque los que son realmente buenos cuidan mucho el contenido y por ello no sólo grandes multinacionales apuestan por esta estrategia.

La elección de esta nueva generación de ídolos de masas no está exenta de riesgos, tal y como demuestra el reciente caso de Nestlé con JPelirrojo, que llegó incluso a los telediarios.

Máxima atención 

La marca de alimentación puso fin abruptamente a la colaboración con el “youtuber”, que estaba centrada en la promoción del helado “Maxibon”, después de la polémica suscitada tras manifestar “su alegría” en las redes sociales tras la muerte en el ruedo del torero Víctor Barrio.

Este tipo de casos demuestra que las empresas y las agencias de publicidad deben definir qué perfiles utilizan y tener cuidado para que la marca esté asociada de forma positiva y que no se vuelva en su contra, delimitando bien el alcance de la colaboración.

No obstante, la apuesta de Nestlé por este tipo de publicidad se mantiene. Después de lo ocurrido con JPelirrojo, lanzó una iniciativa a través de su web en la que anima a sus clientes a grabarse frente a un ordenador para elegir entre los participantes al nuevo maxituber de Maxibon.

Se tiende cada vez más a tener un control sobre el contenido,  ya que el público que sigue a las grandes figuras de Youtube no penaliza que se cobre por vender productos, siempre que lo hagan de forma transparente y honesta, por entender que es la única forma de rentabilizar su dedicación.

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