Según se recoge en Wikipedia, “Ecotasa es el nombre para las tasas o impuestos ecológicos. El nombre ecotasa proviene del prestigioso instituto norteamericano Worldwatch, en su informe denominado «El estado del planeta en 1995» subrayando la necesidad de que este tipo de gravámenes sustituyan parcialmente algunos impuestos”.
Además indica que “los tributos de tipo ambiental son aquellos impuestos, tasas y contribuciones especiales que establecen un incentivo a la protección ambiental, o compensan los daños ocasionados al medio ambiente por sujetos que soportan la carga tributaria”.
Corría el año 2003 cuando en Baleares, su gobierno autonómico, tuvo la feliz idea de implantar algo parecido a una ecotasa, porque según se decía entonces, el turista y sólo el turista dañaba el medioambiente y el entorno de esas islas. En nuestro país todo el sector turístico, y especialmente los empresarios baleares, recuerdan lo que aquella medida supuso para la industria. Un auténtico desastre, y pasaron varios años hasta que se recuperó la imagen del destino.
Decir que solo los turistas alojado en establecimientos turísticos reglados son nocivos para el entorno fue el error de entonces, y ahora se vuelve a repetir.
La ecotasa 2.0 o como se ha denominado ahora, impuesto de turismo sostenible, tiene o tendrá por objetivo con lo recaudado el desarrollar proyectos turísticos o medioambientales, y no el tapar los déficit de financiación o el cuadrar las cuentas, que viene a ser lo mismo.
No nos engañemos, es lo mismo que la otra vez aunque le cambien el nombre o al menos eso es lo que parece a todas luces.
Yo me pregunto, ¿no recauda el sector turístico en su conjunto ya recursos para las administraciones públicas? Según el último informe publicado por Exceltur sobre las cuentas satélite del turismo en Baleares, Impactur 2014, nada más y nada menos que 1.890 millones de euros, el 40,4% del total de impuestos.
Las voces favorables a esta medida dicen que no afectará, que la cantidad es casi simbólica y que lo máximo que se pagará serán 2€ por día y persona, que en una estancia de una semana son solo 14€, nada y menos. Además que la situación internacional, el cierre de destinos competidores, etc. no afectará a corto plazo por la implantación de esta medida.
Por el contrario, turoperadores y empresarios, más conocedores de la realidad del mercado, saben que estas medidas de carácter generalista lanzan un mensaje muy negativo a los mercados: el turista contamina y debe pagar.
Personalmente, y como norma, yo no veo positivo este tipo de medidas para un destino turístico. En el caso de Baleares, como también ocurre en Canarias, somos un destino de sol y playa de masas, en ambos casos la aportación vía impuestos de todo tipo es más que respetable (en el caso de Canarias 1.827 millones de euros, 30,4% del total de impuestos según Exceltur).
El debate de la ecotasa en Canarias es algo recurrente que cada legislatura se plantea ante la necesidad de buscar más recursos y de poner una y otra vez sobre la mesa y ante la opinión publica que el turismo puede aportar mucho más de lo que ya hace. En la pasada legislatura fue algo que nunca se planteó por parte del Gobierno. Se redujo la inversión en promoción, o en infraestructuras turísticas pero no se tomó en consideración. Sí se subió el IGIC algo que por otro lado se hizo de manera obligada para mantener mucho de los servicios esenciales y fue duramente criticado por los empresarios en general y, particularmente, por los turísticos que no pudieron repercutir buena parte de esa subida.
Ahora, igual que antes, algunas voces en el Parlamento reclaman una medida similar a la balear bajo la hipótesis de incrementar la recaudación en unos 70 u 80 millones, según sus estimaciones. Ahora, igual que antes, el Gobierno de Canarias ha respondido rotunamente no a este tipo de medidas.
Siguiendo con las comparaciones o similitudes siempre en estos debates se pone el caso de Barcelona, o Cataluña, donde se ha implantado una tasa por pernoctaciones. Según los datos oficiales, en 2015 se recaudaron 43,5 millones de euros en Cataluña con esta medida, más de la mitad unos 23 millones fueron en Barcelona y su zona de influencia. Y es que no es lo mismo un destino urbano que uno de sol y playa.
Hace unos días leía que en la isla de Lobos se ponía una tasa por visitarla, que además, limitaba el número total de visitas anuales, y que lo recaudado serviría exclusivamente para mantener el frágil entorno de la isla. Y tengo que decir que me parece bien, ¿la diferencia? Se paga por un hecho determinado, igual que cuando se va a un museo, se presta un servicio concreto.
Medidas similares se aplican ya por ejemplo en el Parque Nacional de Timanfaya, y se habla también de hacerlo en el Parque Nacional del Teide, donde tampoco me parece mal si se da un servicio o se paga por algo concreto y lo recaudado se destina a la preservación de un espacio tan singular.
Esta reflexión empezaba con la ecotasa y su aplicación en Baleares, donde mucho me temo y como dice la canción “tropecé de nuevo y con la misma piedra”.
Ricardo Fernández de La Puente
Consejero Corporativo en Gowaii Corp.
Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, cuenta con una amplia experiencia en el sector turístico tanto en el ámbito privado como en la gestión pública desde el Gobierno de Canarias donde ha sido hasta la pasada Legislatura Viceconsejero de Turismo. Ha estado ligado en la última década a cargos institucionales empresariales como la CEOE- Tenerife, la Confederación Española de Hoteles y Establecimientos Turísticos CEHAT o el Consejo Económico y Social de Canarias.