Parece el alias de un torero o un bailaor gitano pero no, es el nombre que se han inventado para definir un tipo de vino semi dulce o semi seco que ya se ha generalizado. Generalmente asociado a un determinado color azul de la botella que lo contiene ha creado tendencia. Desde que el gran enólogo y mejor amigo Domingo Delgado lo creará y bautizará con ese nombre y color allá por finales de los 90 en la Bodega Comarcal del místico Valle de Güimar, se ha extendido por estas tierras canarias como las ardillas en Fuerteventura.
Y es que es un fenómeno curioso pues no conozco otras zonas vinícolas donde se denomine así a los vinos con algo de azúcar.
El término afrutado es aplicado en la cata a aquellos vinos que nos traen a la memoria recuerdos de frutas sin hacer referencia a la concentración de azúcar que pudieran tener.
Lo cierto es que existe un público enamorado de ellos. Son vinos blancos de paso fácil en boca, agradables, suaves, con ese toque de dulzor que los hace tránsito entre el refresco y los vinos tranquilos. Ideales para captar a los jóvenes a los que otro tipo de vinos les parecen duros y de trago difícil. Aunque alguna fémina se sienta ofendida por estas opiniones, dicen los restauradores, que son los que están al cabo de la calle, que el público femenino se pírria por ellos, algo tendrán de razón.
Reconociéndoles su valía y ese tirón comercial que, indudablemente poseen, yo voy a celebrarlo con un buen blanco seco y afrutado.
¡Salud!
Vinum in salutis
Richard Gutiérrez de Salamanca
Enólogo
Master en Enología y Viticultura e Ingeniero Técnico Agrícola. Fundador y propietario de la Bodega de su nombre que elabora los Vinos 1861, adscritos a la DOP Islas Canarias.