Un grupo de vecinos de Anaga catalogan cien lagares de piedra, únicos en la Isla de Tenerife, catalogando y rescatando del olvido estos símbolos tallados en tosca en el sur del Macizo.

El material y la abundancia los hace distintos a los del resto de Canarias, íntegramente de madera. Sobre el centenar en el macizo, hacen de Anaga un lugar etnográficamente único en lo que respecta a la actividad vinícola tradicional, cuyo origen apunta a las condiciones geográficas y a la escasez de maderas adecuadas que obligaron a sustituir la madera por piedra.

Esta técnica la pudieron traer colonos portugueses que se establecieron en Anaga. Así, por ejemplo, el Ingenio de azúcar que se construyó a principios del siglo XVI en Taganana. Tenerife fue obra de lusos que emplearon a albañiles y carpinteros de su nacionalidad.

500 años después de que se introdujera la viña en Anaga quedan un centenar de lagares pétreos ubicados en las zonas de cultivo de la viña, en medio de los campos, en orillas de barrancos y dentro de cuevas. Muchos aparecen hoy semi sepultados, enterrados por escombros o cubiertos de vegetación, de aquí la gran importancia de esta labor de recuperación y catalogación.

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