“ … Es original de la Arabia, traída por los holandeses a Europa. En Tenerife ha prosperado, de algunos años a esta parte, muchos pies, no dejando duda de que el clima les es favorable.“
José de Viera y Clavijo, refiriéndose al Café. Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias, 1799
En torno al año 1140 un pastor de Etiopía viendo a sus cabras extrañamente alteradas por la noche, saltando inquietas en vez de dormir, lo cuenta a los monjes de un convento cercano, que acudiendo a la zona de pastoreo recogieron unos frutos de arbustos que había sido ramoneados. Al comprobar ellos mismos los efectos del fruto en infusión, vieron que su ingesta les quitaba el sueño y lo adoptaron para sus noches de vigilia y oración.
Este arbusto o árbol pequeño era el cafeto, planta de la familia de las Rubiáceas, del género Coffea, del que existen más de 60 especies de origen tropical, y cuyo fruto es una baya oblonga o elíptica, de color rojo en la madurez, que contiene en su interior dos semillas o granos de café propiamente dichos.
Las primeras plantas de café llegan a nuestras Islas por iniciativa de los ilustrados cuando éstos preocupados por la creación de nuevas fuentes de riqueza indagan en el cultivo de nuevas especies susceptibles de ser explotadas comercialmente.
En 1788 el Rey Carlos III dicta una Orden por la que encargaba a Don Alonso de Nava y Grimón, Marqués de Villanueva del Prado, que estableciera en Tenerife, en los terrenos que considerara más adecuados “… uno o varios plantíos para sembrar y plantar semillas y plantas procedentes de América y Asia, ya que los ensayos hechos en los Reales Jardines de Aranjuez y Madrid no habían tenido el éxito deseado, debido a los rigores del invierno.”
De este modo y manera se creó el Jardín de Aclimatización de La Orotava, que hoy en día conocemos como tal, y llegaron a Tenerife en aquel mismo año de 1788 la primera remesa de plantas y semillas, entre las que se hallaban las de café.
Así en el siglo XIX y debido a la intensa comunicación comercial marítima que Agaete mantenía con la Isla de Tenerife, al carecer de carretera que la uniera con Las Palmas, llega el café al Valle de Agaete, donde no solamente se implanta, sino que se convierte en cultivo principal, extendiéndose por todas sus fincas, aprovechando los bordes de los otros cultivos ya establecidos como los naranjos, guayabos, mangos o plataneras. La temperatura suave y uniforme, la abundancia de agua y un suelo volcánico y fértil hacen que este café se convierta en un producto muy valorado.
Vivió pues el Café de Agaete un periodo de esplendor en el siglo XIX, cuando acompañando a los plátanos cargados en burros, cargaban en veleros en el Puerto de las Nieves rumbo a Las Palmas y después hacia Europa. Fue tanta la producción que se introdujo maquinaria y la misma creció exponencialmente.
Fue en el siglo XX cuando el precio del café bajó de tal manera ante la competencia de otros países, que la producción del mismo en Agaete fue comenzando a decaer ante el alto coste de la mano de obra necesaria para su recolección, acompañado de la escasez de lluvias y el trasvase especulativo de las aguas de su cauce natural.
Es a partir del año 2004 cuando se ha iniciado la recuperación del café en el Valle de Agaete, ante la escasa producción del mismo que había hasta esa fecha, aunque para llegar a ese objetivo la Asociación AgroAgaete lleve más de veinte años fomentando el cultivo del café en este municipio del norte de Gran Canaria, siendo en la actualidad más de cincuenta los agricultores que se dedican al mismo.
Se apuesta clara y decididamente por homogeneizar la producción de la zona e iniciar acciones conjuntas de comercialización que den salida a los aproximadamente 5.000 kilos que se producen anuales, ofreciendo un producto nuestro que, a diferencia de lo normalmente conocido, se reconozca por el consumidor como un café de gran valor y calidad: el Café de Agaete.